Arte para alimentar el corazón

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viernes, 30 de marzo de 2012

La Amenaza de lo Inesperado

Solemos luchar contra nuestra necesidad de bajar nuestro ritmo de vida, quizás porque creemos que si lo hacemos nos vamos a perder algo, o no vamos a ser reconocidos. Valorar la necesidad de retiro implica madurez y la capacidad de reconocer que fluir con la naturaleza (y con nuestra propia naturaleza), es nuestra prioridad mayor.

Nuestro ego se alarma al darse cuenta que hay cambios que suceden por fuerza mayor mas allá de su propia voluntad; el ego condena al cruel destino por “desenchufar y desconectar” sus planes. Y así seguimos aferrados a esta actitud infantil que nos hace sentir continuamente estresados y amenazados por lo inesperado.

Quizás sea este el momento para practicar la paciencia y aprender a confiar en que la vida provee sin la necesidad de tener que luchar para que algo suceda, lo que tampoco significa bajar los brazos y desligarnos de nuestras responsabilidades.

Mirar la vida con ecuanimidad nos lleva tomar la distancia suficiente para “hacer sin hacer” como aconseja el Tao. Al convertirnos en pacientes observadores, estamos mas atentos para poder actuar en el momento “justo” y también estar listos para constantemente reajustar nuestros planes a la realidad cambiante, aunque a veces signifique dar un paso atrás.

Hacer las paces con nuestra propia vulnerabilidad nos trae el recuerdo de la naturaleza transitoria de la vida en todo lo que hacemos. Lo inesperado ya no se convierte en una amenaza sino en una oportunidad de reajuste. Suena fácil, pero es imposible conseguirlo sin humildad. En oriente dicen que el pájaro de la plenitud tiene dos alas, una es la nuestra propia voluntad, la otra es la Gracia…

María Giacobone Carballo

Fuente de inspiración: La Belleza de lo Pequeño, "El Oráculo del Tao", Pág. 284.