Arte para alimentar el corazón

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martes, 15 de marzo de 2011

Quiero saber lo que te sostiene cuando todo lo demás se derrumba...

La reacción contra las religiones establecidas y las prioridades de la vida moderna en Occidente han  llevado a muchas personas a renunciar a una dimensión fundamental para el ser humano: la espiritualidad. La búsqueda de sentido es la motivación fundamental de nuestras vidas. Cuando esta profunda necesidad de sentido no se satisface, la vida se vuelve superficial o vacía. En muchos de nosotros hoy esta necesidad no está satisfecha y por ende la crisis fundamental de nuestro tiempo es espiritual.  Ser espiritual no significa ser religioso. Por espiritualidad me refiero a esa capacidad humana de conectarse con lo más profundo de nuestro ser para sentirnos plenos, completos, entusiastas: en theos, en Dios. Debemos aprender a ser espiritualmente inteligentes, en una cultura que sufre de anorexia espiritual. Y la pregunta es ahora: ¿dónde se encuentra Dios después de que un filósofo como Nietzsche anunciara su muerte? Quizás la respuesta la encontremos en este texto que comparto:

No me interesa lo que haces para ganarte la vida.
Quiero saber lo que ansías,
y si te atreves a soñar en satisfacer el deseo de tu corazón.

No me interesa tu edad.
Quiero saber si te arriesgarías a parecer como un tonto
por amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo.

No me interesa cuáles planetas están en armonía con tu luna.
Quiero saber si has tocado el centro de tu pesadumbre,
si las traiciones de la vida te han abierto,
o si te has marchitado y cerrado por el miedo al dolor futuro.
Quiero saber si puedes sentarte con el dolor,
el mío o el tuyo,
sin intentar esconderlo, desvanecerlo o arreglarlo.
Quiero saber si puedes estar con la alegría,
la mía o la tuya,
si puedes bailar con locura y permitir que el éxtasis te llene
hasta la punta de los dedos,
sin advertirnos que seamos cuidadosos, que seamos realistas,
o que recordemos las limitaciones de los seres humanos.

No me interesa si la historia que me cuentas es verdadera.
Quiero saber si decepcionas a otros para serte fiel a ti mismo,
si puedes soportar la acusación sin traicionar a tu propia alma.
Quiero saber si puedes ser fiel, y por lo tanto ser confiable.
Quiero saber si puedes ver la belleza,
aún cuando no sea bella todos los días,
y si puedes originar tu vida desde su presencia.
Quiero saber si puedes vivir con el fracaso,
el tuyo o el mío,
y no obstante pararte a la orilla del lago y gritarle a la luna "¡Sí!"

No me interesa saber en dónde vives o cuánto dinero tienes.
Quiero saber si puedes levantarte después de una noche de pesar y desesperación,
cansado y golpeado hasta los huesos,
y hacer lo que se tiene que hacer por los niños.

No me interesa quién eres o cómo llegaste a estar aquí.
Quiero saber si te pararás en el centro del fuego conmigo sin rehuir.

No me interesa en dónde o qué o con quién has estudiado.
Quiero saber qué es lo que te sustenta desde adentro
cuando todo lo demás desaparece.
Quiero saber si puedes estar solo contigo mismo,
y si verdaderamente te agrada la compañía que buscas en los momentos vacíos.

La Invitación, inspirado por Oriah Mountain Dreamer, nativo americano y citado en el cap. 4 de La Sombra de Argos, de Maria Giacobone Carballo (2011)